Por Nancy V. Piñeiro para Territorio de Ideas /Foto: Asamblea por un Mar Libre de Petroleras
Incluso en medio de la rabia ante la aprobación en Argentina de la explotación petrolera marítima—firmada en pleno desastre ambiental con focos de incendio en 11 de nuestras 23 provincias—, y por obvias razones, siempre pienso en las palabras. No solo por cuestiones técnicas referidas a la profesión, sino porque, como sabemos, nunca son inocentes. Siempre me dio la impresión de que “costa afuera” (del inglés offshore) podría definirse de la siguiente manera: “es de la costa para afuera, no se preocupen”, ni en la costa ni en el mar, en una tierra de nadie que a nadie debería preocupar. Cuando nombra la industria que niega y contamina, que desata guerras por los recursos, conviene sospechar. Cuando nombra en inglés, es obligatorio sospechar.
“Costa afuera” pareciera borrar de un plumazo al mar, como si las plataformas petroleras marítimas no lo afectaran, y peor aun, como si el mar directamente no estuviera involucrado en esta actividad petrolera. Huelga decir que, en caso de derrames, la costa y sus ecosistemas también se ven afectados y que el foco de nuestra preocupación es esa indivisible naturaleza-sociedad. En cualquier caso, el inglés nombra por la negativa expresando que la actividad se realiza a una distancia de la costa o alejado de esta (no en la costa). Decir “marítimo” o “mar adentro” (si bien esta última es un tanto redundante) es emplear un término positivo para hablar a las claras de una actividad de extracción de hidrocarburos que afecta el lecho y subsuelo marinos.
Pensar y justificar cómo nombramos estas estructuras, ubicadas cada vez en aguas más profundas, es fundamental si queremos entender la actividad desde el mar. Por ejemplo, desde el enfoque de los instrumentos normativos que ya existen y definen “la contaminación del ambiente marino”, como es el caso de Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR1) . En sus comienzos, estas plataformas se encontraban más cercanas a la costa, con lo cual el término tenía más sentido.

Fuente: Nature and Science on the Pacific Coast, Pacific Committee of the American Association for the Advancement of Science, 1915.
Hoy en día, como en el caso de la explotación frente a la costa marplatense, los bloques están ubicados a unos 300 kilómetros mar adentro.2 Mismo en inglés, existen instrumentos regulatorios que han dejado de referirse a esta actividad como offshore. Como señala Violeta Radovich:
[…] la agencia denominada Minerals Management Service (MMS, Servicio de Gestión de Minerales) antes del accidente en la plataforma Deepwater Horizon, pasó a llamarse Bureau of Ocean Energy Management, Regulation, and Enforcement (BOEMRE, Oficina de Gestión, Regulación y Cumplimiento de la Energía Oceánica) luego del accidente. Es decir que la nueva denominación institucional incluye el término “océano” en su denominación, no así el término “offshore”, ni “minerales”; el Océano ha sido colocado en primer plano.3
Por años la Organización Marítima Internacional (OMI) se ha negado a discutir el tema de la exploración y explotación marítimas alegando que se trata de una cuestión meramente energética y, por ende, está fuera de su competencia. Sin embargo, en el art. 1(1)(4) de la CONVEMAR se establece que la “contaminación del ambiente marino” es la “introducción de sustancias de energía que resultan en daño al ambiente marino”.4
Dejamos por aquí estas inquietudes, esta invitación a expertos, periodistas y comunicadores en general a reflexionar sobre las implicancias del nombrar, no para saldar la cuestión sino para abrir un espacio crítico dado que existe un lenguaje técnico y ambiental dominante (hegemónico), que proviene mayormente del Norte Global y que se instala en nuestro idioma de maneras particulares. Podemos contribuir a reproducirlo sin más o podemos cuestionarlo ejercitando esa tan necesaria costumbre de pensar, incluso si preferimos y la sociedad afectada prefiere mantener el uso que aquí cuestionamos. Pensar que la adopción de tecnologías no es inocente, y tampoco el modo de nombrarlas. Pensar, por ejemplo, qué pasaría si nos negáramos a decir fracking porque en realidad nos fracturan tanto propios como ajenos.
Pensar, en este caso, que la vida empezó en el mar.
____________________________________________________________
1 https://www.un.org/depts/los/convention_agreements/texts/unclos/convemar_es.pdf
2 Observatorio Petrolero Sur (15/07/2021). Offshore en el Mar Argentino: audiencia pública, respuesta oficial y organización. https://opsur.org.ar/2021/07/15/offshore-en-la-costa-atlantica-audiencia-publica-respuesta-oficial-y-organizacion/. Recomendamos la página del Opsur y sus redes sociales para seguir este y otros temas afines: http://www.opsur.org.ar para
3 Radovich, V. (2019). Accidentes de contaminación en plataformas marinas: ¿cambio de paradigma ambiental? en Lex Social, vol. 9 , núm. 1. https://www.upo.es/revistas/index.php/lex_social/article/view/3999/3218
4 Íbid.